Maduro quema la ayuda humanitaria. Al menos 4 muertos y 285 heridos en violenta represión
El régimen de Nicolás Maduro ordenó a grupos paramilitares abrir fuego contra los manifestantes y a agentes de policía quemar camiones que cargaban comida para evitar que la ayuda humanitaria donada por la comunidad internacional ingresara al país.
Al menos cuatro personas murieron y otras 285 personas han resultado heridas en el marco de los esfuerzos del presidente Interino Juan Guaidó por conseguir que entraran al país toneladas de alimentos y medicinas a través de la frontera con Colombia, Brasil y Curazao, dijeron diputados.
Pero el saldo de la represión podría ser mayor, ante informes de que los centros de asistencia médica en Santa Elena de Uairén, cerca de la frontera con Brasil, no tienen capacidad para atender el número de heridos que el sábado cayeron víctimas de los “colectivos”, como se conocen en Venezuela las bandas paramilitares al servicio del régimen.
Maduro también reaccionó a los esfuerzos por ingresar los camiones con comida anunciando que rompía relaciones con Colombia y ordenando a los diplomáticos del vecino país abandonar Venezuela, adem’as de ordenar a la armada bloquear un barco que traía ayuda humanitaria desde Puerto Rico.
“La paciencia se agotó, no puedo seguir soportando que se preste el territorio de Colombia para una agresión contra Venezuela. Por eso he decidido romper todas las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno fascista de Colombia”, dijo Maduro ante simpatizantes en Caracas.
Al margen de los enfrentamientos, la jornada del día registró las deserciones de al menos 60 integrantes de las fuerzas de represión del régimen, entre ellos un mayor del Ejército y tres agentes de la Guardia Nacional, que derribaron algunas barreras colocadas sobre un puente con un vehículo blindado.
Imágenes de los camiones incendiados se transmitieron el sábado a través de las redes sociales y los videos mostraron a personas desesperadas desafiando las llamas para tratar de salvar parte de los cargamentos con comida.
La diputada Gaby Arellano, quien integró el equipo organizado por Guaidó para llevar los cargamentos desde Cúcuta a Venezuela, reportó que dos camiones fueron incendiados por agentes de la Policía Nacional Bolivariana que estaban bloqueando el avance de la caravana.
“La última decisión de Maduro fue quemar las gandolas (camiones) en territorio venezolano. En momentos del incendio los venezolanos decidieron salvar una de las cargas, colocarlas sobre otras de las gandolas”, dijo Arellano desde el lugar de los hechos.
Guaidó dijo posteriormente que la decisión de quemar los camiones demuestra la naturaleza criminal del régimen.
“Seguimos recibiendo el respaldo de la comunidad internacional, que ha podido ver, con sus propios ojos, cómo el régimen usurpador viola el protocolo de Ginebra, donde se dice claramente que destruir la ayuda humanitaria es un crimen de lesa humanidad”, dijo Guaidó en Twitter.
Por otro lado, diputados de la Asamblea Nacional también anunciaron que un barco cargado con ayuda humanitaria proveniente de Puerto Rico se encontraba “asediado” en el mar.
Pizarro, quien brindó la información durante una rueda de prensa, agregó que el presidente Juan Guaidó brindará detalles desde Colombia.
El barco traía varias toneladas de alimentos y medicamentos desde la isla.
Agentes del régimen dispararon gases lacrimógenos y perdigones para detener la ayuda humanitaria , mientras informes provenientes de localidades cercanas a las fronteras con Colombia y Brasil apuntan a un gradual aumento en la cantidad de lesionados, muchos de ellos heridos de bala y perdigones disparados por los colectivos y elementos de la Guardia Nacional.
Los manifestantes que acompañaban la caravana desde Colombia se tornaron cada vez más agresivo con el correr del tiempo y comenzaron a lanzar piedras y cocteles molotov contra los colectivos.
“Esto es piedras contra pistolas”, dijo una mujer, mientras vertía vinagre sobre una camiseta para tratar de contener los efectos de los gases lacrimógenos. “Esta no es una pelea justa”.
Para cuando el humo proveniente de los camiones incendiados ascendía sobre el horizonte, muchos de los que pensaron que podría haber una manera pacífica para entregar la ayuda comenzaron a perder esperanza.
Judy Threos, una madre de 21 años, había llegado a la frontera con un ramo de rosas blancas que pensaba entregar a agentes de la Guardia Nacional en señal de paz. Pero al final, los constantes choques no le permitieron acercarse a ningún uniformado.
“Yo estoy aquí porque quiero una mejor vida para mi hijo”, dijo Threos, quien vive en el lado venezolano de la frontera. “No hay comida, ni medicinas, ni trabajo, ni vacunas, ni nada de este lado”.
Golpeados por las garras de la hiperinflación y el colapso generalizado de la economía, millones de venezolanos necesitan la ayuda humanitaria para poder enfrentar las condiciones de hambruna en que viven.
El ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, dijo que las autoridades de su país tenían registro de 285 lesionados como producto de la represión del régimen.
De ese total, unas 37 de ellas mostraban heridas de alguna gravedad y debían ser tratados en centros asistenciales de Colombia.
Pero el saldo de vícitmas es en realidad mayor. El diputado Juan Andrés Mejia reportó que cuatro personas habían perdido la vida cerca de la frontera con Brasil y que el número de heridos allí sumaban unos 20.
“Lo que ocurre en la frontera con Brasil no es represión común (…) Lo que ocurre en Santa Elena de Uairén es una masacre contra el pueblo indígena pemón donde contabilizamos cuatro personas asesinadas y más de 20 heridos de bala”, dijo Mejía.
Imágenes transmitidas desde los diferentes puentes que unen a Venezuela con la ciudad colombiana de Cúcuta mostraron el choque entre atentes de la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional y cientos de manifestante que intentaban abrir paso a los camiones con ayuda humanitaria provenientes del vecino país.
Según un cable de la agencias de noticia española EFE, cerca de una veintena de personas fueron trasladadas hasta centro de asistencia en Ureña, una de las localidades venezolanas conectadas por puentes con Cúcuta, tras enfrentarse con los agentes de represión del régimen.
Tres de los heridos fueron impactados por perdigones de escopeta; uno fue herido en un ojo y los otros tres en la espalda.
Previamente el canal de noticias vivoplay reportó que integrantes de grupos paramilitares armados habían disparado contra los manifestantes en Ureña, hiriendo a uno en una pierna.
Agentes de la Guardia Nacional también emplearon gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que intentaban abrir un corredor que permitiera el paso de los camiones cargados con comida y medicinas.
Guaidó confirmó informes de que grupos paramilitares armados han dejado múltiples heridos durante el día y pidió a las fuerzas armadas que impidieran el derramamiento de sangre.
Guaidó acusó al régimen de Maduro de utilizar a los grupos paramilitares para “masacrar al pueblo”, demostrando de esa manera estar dispuesto a derramar sangre inocente para evitar que lleguen al país la tan necesitada ayuda humanitaria.
Agregó que la violencia de los grupos paramilitares ha dejado múltiples heridos en Santa Elena de Uairén y en el territorio venezolano cerca de Cúcuta e instó a los militares a intervenir a favor de la democracia.
“No permitan que los colectivos sigan masacrando a nuestra gente, señores de las fuerzas armadas”, manifestó
Maduro, cuyo gobierno es desconocido por más de medio centenar de países, decidió cerrar sus fronteras con Colombia y Brasil para impedir el ingreso de la ayuda humanitaria, aunque millones de venezolanos languidecen por la falta de alimentos y medicinas en el país.
La decisión de Maduro de no permitir el ingreso de la ayuda ha sido calificada por el Departamento de Estado como uno de los mayores actos de crueldad registrados en la historia moderna.
Diputados de la Asamblea Nacional, quienes conjuntamente con el presidente interino Juan Guaidó han organizado la recepción de la ayuda humanitaria, han prometido seguir insistiendo hasta conseguir que las toneladas de alimentos y medicinas ingresen al país.
Entre tanto, el número de deserciones fueron aumentado con el transcurso del día, llegando a superar la docena en el transcurso de la tarde.
Según datos brindados por Migración Colombia, esa agencia gubernamental habían estado realizando entrevistas con 60 miembros de los distintos compoenentes de las fuerzas armadas venezolanas que decidieron darle la espalda al régimen.
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