Todo lo que tienes que saber sobre los virus de la gripe
Desde hace unas semanas, los virus respiratorios está acaparando la atención no solo por la decisión del Ministerio de Sanidad de hacer obligatorias las mascarillas en los centros sanitarios hasta que comience a bajar la incidencia, sino también porque en este año, la intensidad de la gripe ha aumentado respecto a temporadas anteriores.
No solo hay un tipo de virus de la gripe. Existen hasta cuatro- A, B, C y D-. Este último solo afecta a animales y el C tanto a animales como a humanos, pero es muy poco frecuente. Son el A y el B los que ocasionan las epidemias anuales, tal y como explica a EFEsalud la catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Barcelona, Ángela Domínguez.
Del virus que provoca la gripe A hay dos subtipos: el A/H1N1, que causó la pandemia de la gripe porcina en la temporada 2009-2010, y surgió de la combinación de segmentos de material genético de virus porcino, aviar y humano; y el otro es el A/H3N2, subraya la experta, quien también es coordinadora del grupo de trabajo sobre Vacunación de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE)
En esta temporada, el que más está circulando es el A y en concreto el subtipo A/H1N1.
También circula el B, pero en menor medida que el A. Y es que “cuando hablamos de la circulación de virus gripal -insiste Domínguez- no hablamos de uno solo sino que pueden estar circulando varios subtipos y tipos”.
El SARS-CoV-2 está bastante estable, aunque sigue ahí, y el virus respiratorio sincitial empieza a bajar su incidencia.
Es complicado distinguir por los síntomas qué tipo de virus de la gripe es porque depende mucho de las características de la persona, tal y como indica la catedrática de la Universidad de Barcelona.
“En principio, la gripe A, concretamente el subtipo A/H1N1, podría ocasionar más gravedad que la B, pero depende mucho. No se puede decir que un subtipo sea más grave que el otro, porque depende de la temporada también y de la cepa que esté circulando”, apunta.
Los síntomas son similares y las diferencias no son relevantes. Hablamos de fiebre alta, dolor de garganta, de cabeza, de músculos y articulaciones, así como congestión nasal.
Y muy parecidos también a los de la covid, si bien ésta última puede incorporar los de la pérdida de olfato y gusto. Además, no siempre la fiebre está presente.
Para prevenirla existe el mejor escudo, que es la vacuna, y es tetravalente, es decir, protege frente a la gripe A y B, con sus respectivos subtipos y linajes (A/N1H1, A/H3N2, yamagata y victoria).
Según destaca a EFEsalud la secretaria de la Sociedad Española de Virología (SEV), directora del Centro de Gripe de la OMS y responsable del Laboratorio de Virus Respiratorios en el Centro Nacional de Microbiología, Inmaculada Casas, cada año cambia la vacuna de la gripe, en función de los virus que hayan circulado la temporada anterior.
“En el centro de gripe de la OMS lo que hacemos es conocer cuánto se ha diferenciado la gripe que está circulando de la gripe o de las cepas que han puesto en la vacuna a la población. Siempre hay una tasa o una variación. Y ahora mismo estamos haciendo ese tipo de estudios y la que más está circulando es la N1H1, que está en la vacuna”, explica Casas.
No obstante, indica, aún no hay datos lo suficientemente precisos sobre cuántos grupos genéticos y antigenéticos están circulando en este momento, de cara a preparar la vacuna de la próxima temporada.
Para analizar y decidir la vacuna necesaria para la próxima temporada, los laboratorios de la OMS se reúnen en Ginebra a finales de febrero.
Y tal y como expone a EFEsalud el portavoz de la Asociación Española de Vacunología, el pediatra Fernando Moraga-Llop, hay dos grandes tipos de vacunas: las inactivadas (de virus muertos) y que se administran por vía inyectable y las de virus atenuados, que es la intranasal.
Las atenuadas contienen virus modicados en el laboratorio con el fin de debilitarlos. Ninguno de los dos tipos puede producir la enfermedad en personas sanas, pero mantienen su capacidad de estimular la producción de anticuerpos frente a ella.
Según las recomendaciones actuales del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) deberían vacunarse los prematuros y la población infantil con condiciones en riesgo.
Además, el octubre pasado se aprobó la vacunación sistemática de la infancia entre 6 y 59 meses.
Las autoridades sanitarias consideran también grupos de riesgo a:
Y aunque estemos en enero y la campaña haya empezado a comienzos del otoño, Moraga-LLop indica que hay que vacunarse mientras el virus esté circulando.
Pero, además de la vacuna, hay otras medidas complementarias para evitar el contagio y las conocemos bien: la mascarilla, la higiene de manos y la ventilación de los espacios cerrados.
Para la secretaria de la SEV, el uso del cubrebocas en centros sanitarios hasta que empiece a bajar la incidencia de virus respiratorios, tal y como ha decidido el Ministerio de Sanidad, es necesario.
“El otro día me contaban que en un hospital había muchísimas personas en Urgencias y muchísimas de ellas con cuadros respiratorios. Las mascarillas funcionan para controlar de alguna manera la expansión de estos virus respiratorios que son tan fácilmente transmisibles. Y cuando la gente está hacinada en unas urgencias no es porque estén bien de salud, y obviamente hay que proteger a los vulnerables”, señala Inmaculada Casas.
Y justifica su uso de forma excepcional por la incidencia de estos virus respiratorios como la gripe, obviamente, apunta, no habría que llevarla en el mes de agosto o cuando las cosas se vayan normalizando.
En el mismo sentido se pronuncia la coordinadora del grupo de Vacunas de la SEE, ya que si bien la vacuna es la técnica preventiva “más importante” de todas las que hay, “no es una técnica infalible” con lo que hay que acompañarla de medidas como, entre otras, el uso de la mascarilla.
ELDIA.
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