Se cansó de ser la “hija perfecta” y mandó a matar a sus padres: el escalofriante caso de Jennifer Pan.
La historia de Jennifer Pan, la "hija perfecta" que contrató a sicarios para asesinar a sus padres.
EN TORONTO, Canadà, domingo 21 abril, 2024: El 8 de noviembre de 2010, una joven desesperada informaba al 911 que un grupo de hombres había entrado a su casa a robar y que, al parecer habían herido a sus padres. En la llamada, de fondo se llegó a escuchar unos cuantos gritos y forcejeos. Al llegar a la escena, la policía de Markham, una ciudad al norte de Toronto (Canadá), se encontró con un escenario escalofriante: una mujer había sido asesinada a tiros, mientras que su esposo se encontraba herido de gravedad.
En tanto el hombre ingresó al hospital en coma, la única que salió ilesa fue la hija del matrimonio, Jennifer Pan, quien dijo haber sido maniatada a una baranda de la escalera de la casa. El violento episodio conmocionó a los vecinos del barrio ya que se trataba de una zona tranquila, en la que “nunca pasaba nada”, y estaban seguros de que no se trataba de ningún tipo de “ajustes de cuentas”.
Si bien al principio los investigadores vincularon el crimen con un caso relacionado al tráfico de drogas, poco a poco comenzaron a sospechar de Jennifer, debido a que, en cada declaración, había nuevos detalles que comenzaban a “hacer ruido”. “Esto fue algo que nunca habíamos visto. Nunca lo imaginamos porque había más preguntas que respuestas”, declaró uno de los investigadores en “What Jennifer Did”, el documental recién estrenado en Netflix.
“La hija perfecta”
Bick y Huei Hann Pan llegaron a Canadá como refugiados de Vietnam y se establecieron en Markham, una ciudad ubicada en la región canadiense de York. Allí, comenzaron a trabajar en una fábrica de autopartes y compraron una casa en un barrio residencial.
Después de casarse, tuvieron dos hijos, Jennifer y Félix, a quienes desde el inicio les pusieron muchas expectativas con respecto a sus metas académicas y laborales. La exigencia fue focalizada, principalmente en la mayor, debido a que la mandaron a clases de piano, flauta, italiano y patinaje artístico desde los cuatro años.
Para los Pan no había lugar para las “distracciones” si querías ser exitoso en la vida, por eso la nena tenía una agenda bastante ajustada en relación a sus deberes y poco tiempo para el ocio. Así fue hasta que entró en la adolescencia y luego en la juventud: sus padres no la dejaban tener citas y mucho menos una pareja, la iban a buscar a la escuela cada día y tampoco la dejaban salir a fiestas.
Se cansó de ser la “hija perfecta” y mandó a matar a sus padres: el escalofriante caso de Jennifer Pan | Contexto Tucuman
Bick y Huei Hann Pan, los padres de Jennifer.
A pesar de las múltiples restricciones y la constante supervisión, Jennifer conoció a Daniel Wong en el primer año de secundaria y se enamoró al instante. Durante años, mantuvieron una relación en secreto para que sus padres no se enteraran, aunque en un momento la descubrieron y le prohibieron volver a verlo, cosa que no sucedió.
Tanto Bick como Huei Hann querían que su hija estudiara la carrera de Farmacia, aunque ella no tenía las notas sobresalientes que necesitaba para poder ingresar a la universidad. Este detalle fue el inicio de toda una red de mentiras: pasó de fingir que se sacaba “buenas calificaciones” a decir que había terminado la escuela secundaria cuando no lo había hecho.
Ante el miedo al rechazo de sus padres, Jennifer pasó cuatro años sentada en cafés, trabajando en restaurantes y enseñando piano mientras los Pan creían que estaba asistiendo a clases universitarias. El nivel de la farsa llegó a tal extremo que empezó a ver videos relacionados a la carrera para redactar un “cuaderno de apuntes” y diseñó un diploma falso con Photoshop. Mientras tanto, continuaba su relación con Wong, que en ese momento ya tenía antecedentes por tráfico de drogas.
Acceso VIP
Después de que la joven de 24 años le dijera a sus padres que se había recibido, inventó una excusa para evitar que ellos acudieran a su supuesta graduación y así sostener la mentira. Con el transcurso del tiempo, les dijo que había conseguido una pasantía en el laboratorio de un hospital.
Ya con sospechas, los Pan decidieron acompañarla al centro médico en donde trabajaba y fue ahí cuando descubrieron que todo se había tratado de un engaño, incluso que seguía en una relación con Wong.
A pesar de que ella ya era una adulta, los padres la sometieron a una serie de estrictas medidas con el fin de “reacomodar” su camino: la obligaron a renunciar a su trabajo como camarera, le instalaron un dispositivo de seguimiento en su auto y le prohibieron volver a ver a Wong, motivo por el cual ambos terminaron separándose.
La historia de Jennifer Pan, la "hija perfecta" que contrató a sicarios para asesinar a sus padres.
Cansada del control constante de sus padres, Jennifer comenzó a idear un plan macabro. En el 2010, volvió a hablar con un amigo de la secundaria, Andrew Montemayor, quien le confió que quería matar a su padre. Ella, ansiosa por obtener su libertad, le propuso contratar a un sicario para matar a sus padres. Sin embargo, el supuesto asesino los engañó y se quedó con el dinero sin llevar a cabo los homicidios.
En ese momento, Wong había comenzado una relación con otra chica llamada Christine. Pese a ello, seguía en contacto con Jennifer y, eventualmente, volvieron a salir. Juntos, retomaron aquella idea inicial de asesinar al matrimonio Pan y así “huir juntos”, ya que la herencia que recibirían sumaba un total de medio millón de dólares. Lo suficiente como para tener una vida tranquila.
En la noche del 8 de noviembre de 2010, Jennifer dejó la puerta abierta de la entrada de su casa, habilitando la vía para que los sicarios ingresaran al domicilio. “Tienen acceso VIP”, les indicó la joven a través de mensaje de texto. En cuestión de minutos, tres hombres forzaron a Bick y a Huei Hann para “darles todo lo que tenían” y, en medio de amenazas y golpes, les dispararon en la cabeza.
Posteriormente, la chica llamó a la Policía fingiendo que había escuchado disparos y que “no sabía lo que estaba pasando”, aunque hubo algo que no salió como ella esperaba y que complicó las cosas: su padre sobrevivió.
Mentira tras mentira
En sus declaraciones a los investigadores, Jennifer no hizo otra cosa más que generar sospechas. Desde el principio, dijo cosas que no cuadraban como, por ejemplo, que había hecho la llamada al 911 con las manos atadas en las espalda, que les había mentido a sus padres prácticamente toda su vida y que no tenía ninguna relación con Daniel Wong.
Las declaraciones de Jennifer no hicieron más que generar sospechas.
Pese a ello, y con el correr de los días, los detectives concluyeron que ella se convertía en la principal sospechosa del crimen. Lo que siguió después, no la benefició para nada: después de una semana del ataque, su padre despertó del coma y contó detalles de lo que había vivido durante la irrupción de los delincuentes.
En su testimonio, dijo que Jennifer había tenido una actitud “amigable” con los intrusos, quienes posteriormente fueron identificados como Lenford Crawford, David Mylvaganam y Eric Carty. A su vez, afirmó que la joven nunca estuvo atada como lo había mencionado en su primera declaración.
En la tercera entrevista a la que fue sometida, la interrogó William Goetz, un especialista en “detectar mentiras”, que la convenció de contar con un software especial que le avisaría ante cualquier farsa que ella mencionara. Ese día, terminó diciendo que estaba deprimida y que había tomado la decisión de quitarse la vida, por lo cual contrató a unos sicarios para que entraran a su casa y la asesinaran. Pero, según ella, “las cosas se les escaparon de las manos” y terminaron matando a sus madres. Una versión que nunca convenció a los investigadores.
El juicio duró alrededor de diez meses y en ningún momento ella admitió haber tenido algo que ver en el homicidio de su madre y el intento de asesinato de su padre. El resto de los sospechosos -incluido Wong- también negaron los cargos.
Finalmente, el 13 de diciembre de 2014, la justicia los declaró culpables y los condenaron a cadena perpetua. Las pruebas fueron contundentes: la fiscalía presentó los mensajes en los que Jennifer y Wong lo habían planeado todo, el ingreso de los supuestos ladrones, las mentiras de la joven y el testimonio del padre, quien quedó inválido a causa de las heridas y no pudo volver a trabajar.
“Cuando perdí a mi esposa, al mismo tiempo perdí a mi hija. El día que murió Bich, siento que yo también morí”, expresó Hann Pan en aquel entonces. Tanto él como su hijo Felix, se mantienen lejos de Jennifer Pan, que hoy pasa sus días recluida en la cárcel de Grand Valley Institution for Women en Kitchener, Ontario. /TN
La historia de Jennifer Pan, la "hija perfecta" que contrató a sicarios para asesinar a sus padres.
EN TORONTO, Canadà, domingo 21 abril, 2024: El 8 de noviembre de 2010, una joven desesperada informaba al 911 que un grupo de hombres había entrado a su casa a robar y que, al parecer habían herido a sus padres. En la llamada, de fondo se llegó a escuchar unos cuantos gritos y forcejeos. Al llegar a la escena, la policía de Markham, una ciudad al norte de Toronto (Canadá), se encontró con un escenario escalofriante: una mujer había sido asesinada a tiros, mientras que su esposo se encontraba herido de gravedad.
En tanto el hombre ingresó al hospital en coma, la única que salió ilesa fue la hija del matrimonio, Jennifer Pan, quien dijo haber sido maniatada a una baranda de la escalera de la casa. El violento episodio conmocionó a los vecinos del barrio ya que se trataba de una zona tranquila, en la que “nunca pasaba nada”, y estaban seguros de que no se trataba de ningún tipo de “ajustes de cuentas”.
Si bien al principio los investigadores vincularon el crimen con un caso relacionado al tráfico de drogas, poco a poco comenzaron a sospechar de Jennifer, debido a que, en cada declaración, había nuevos detalles que comenzaban a “hacer ruido”. “Esto fue algo que nunca habíamos visto. Nunca lo imaginamos porque había más preguntas que respuestas”, declaró uno de los investigadores en “What Jennifer Did”, el documental recién estrenado en Netflix.
“La hija perfecta”
Bick y Huei Hann Pan llegaron a Canadá como refugiados de Vietnam y se establecieron en Markham, una ciudad ubicada en la región canadiense de York. Allí, comenzaron a trabajar en una fábrica de autopartes y compraron una casa en un barrio residencial.
Después de casarse, tuvieron dos hijos, Jennifer y Félix, a quienes desde el inicio les pusieron muchas expectativas con respecto a sus metas académicas y laborales. La exigencia fue focalizada, principalmente en la mayor, debido a que la mandaron a clases de piano, flauta, italiano y patinaje artístico desde los cuatro años.
Para los Pan no había lugar para las “distracciones” si querías ser exitoso en la vida, por eso la nena tenía una agenda bastante ajustada en relación a sus deberes y poco tiempo para el ocio. Así fue hasta que entró en la adolescencia y luego en la juventud: sus padres no la dejaban tener citas y mucho menos una pareja, la iban a buscar a la escuela cada día y tampoco la dejaban salir a fiestas.
Se cansó de ser la “hija perfecta” y mandó a matar a sus padres: el escalofriante caso de Jennifer Pan | Contexto Tucuman
Bick y Huei Hann Pan, los padres de Jennifer.
A pesar de las múltiples restricciones y la constante supervisión, Jennifer conoció a Daniel Wong en el primer año de secundaria y se enamoró al instante. Durante años, mantuvieron una relación en secreto para que sus padres no se enteraran, aunque en un momento la descubrieron y le prohibieron volver a verlo, cosa que no sucedió.
Tanto Bick como Huei Hann querían que su hija estudiara la carrera de Farmacia, aunque ella no tenía las notas sobresalientes que necesitaba para poder ingresar a la universidad. Este detalle fue el inicio de toda una red de mentiras: pasó de fingir que se sacaba “buenas calificaciones” a decir que había terminado la escuela secundaria cuando no lo había hecho.
Ante el miedo al rechazo de sus padres, Jennifer pasó cuatro años sentada en cafés, trabajando en restaurantes y enseñando piano mientras los Pan creían que estaba asistiendo a clases universitarias. El nivel de la farsa llegó a tal extremo que empezó a ver videos relacionados a la carrera para redactar un “cuaderno de apuntes” y diseñó un diploma falso con Photoshop. Mientras tanto, continuaba su relación con Wong, que en ese momento ya tenía antecedentes por tráfico de drogas.
Acceso VIP
Después de que la joven de 24 años le dijera a sus padres que se había recibido, inventó una excusa para evitar que ellos acudieran a su supuesta graduación y así sostener la mentira. Con el transcurso del tiempo, les dijo que había conseguido una pasantía en el laboratorio de un hospital.
Ya con sospechas, los Pan decidieron acompañarla al centro médico en donde trabajaba y fue ahí cuando descubrieron que todo se había tratado de un engaño, incluso que seguía en una relación con Wong.
A pesar de que ella ya era una adulta, los padres la sometieron a una serie de estrictas medidas con el fin de “reacomodar” su camino: la obligaron a renunciar a su trabajo como camarera, le instalaron un dispositivo de seguimiento en su auto y le prohibieron volver a ver a Wong, motivo por el cual ambos terminaron separándose.
La historia de Jennifer Pan, la "hija perfecta" que contrató a sicarios para asesinar a sus padres.
Cansada del control constante de sus padres, Jennifer comenzó a idear un plan macabro. En el 2010, volvió a hablar con un amigo de la secundaria, Andrew Montemayor, quien le confió que quería matar a su padre. Ella, ansiosa por obtener su libertad, le propuso contratar a un sicario para matar a sus padres. Sin embargo, el supuesto asesino los engañó y se quedó con el dinero sin llevar a cabo los homicidios.
En ese momento, Wong había comenzado una relación con otra chica llamada Christine. Pese a ello, seguía en contacto con Jennifer y, eventualmente, volvieron a salir. Juntos, retomaron aquella idea inicial de asesinar al matrimonio Pan y así “huir juntos”, ya que la herencia que recibirían sumaba un total de medio millón de dólares. Lo suficiente como para tener una vida tranquila.
En la noche del 8 de noviembre de 2010, Jennifer dejó la puerta abierta de la entrada de su casa, habilitando la vía para que los sicarios ingresaran al domicilio. “Tienen acceso VIP”, les indicó la joven a través de mensaje de texto. En cuestión de minutos, tres hombres forzaron a Bick y a Huei Hann para “darles todo lo que tenían” y, en medio de amenazas y golpes, les dispararon en la cabeza.
Posteriormente, la chica llamó a la Policía fingiendo que había escuchado disparos y que “no sabía lo que estaba pasando”, aunque hubo algo que no salió como ella esperaba y que complicó las cosas: su padre sobrevivió.
Mentira tras mentira
En sus declaraciones a los investigadores, Jennifer no hizo otra cosa más que generar sospechas. Desde el principio, dijo cosas que no cuadraban como, por ejemplo, que había hecho la llamada al 911 con las manos atadas en las espalda, que les había mentido a sus padres prácticamente toda su vida y que no tenía ninguna relación con Daniel Wong.
Las declaraciones de Jennifer no hicieron más que generar sospechas.
Pese a ello, y con el correr de los días, los detectives concluyeron que ella se convertía en la principal sospechosa del crimen. Lo que siguió después, no la benefició para nada: después de una semana del ataque, su padre despertó del coma y contó detalles de lo que había vivido durante la irrupción de los delincuentes.
En su testimonio, dijo que Jennifer había tenido una actitud “amigable” con los intrusos, quienes posteriormente fueron identificados como Lenford Crawford, David Mylvaganam y Eric Carty. A su vez, afirmó que la joven nunca estuvo atada como lo había mencionado en su primera declaración.
En la tercera entrevista a la que fue sometida, la interrogó William Goetz, un especialista en “detectar mentiras”, que la convenció de contar con un software especial que le avisaría ante cualquier farsa que ella mencionara. Ese día, terminó diciendo que estaba deprimida y que había tomado la decisión de quitarse la vida, por lo cual contrató a unos sicarios para que entraran a su casa y la asesinaran. Pero, según ella, “las cosas se les escaparon de las manos” y terminaron matando a sus madres. Una versión que nunca convenció a los investigadores.
El juicio duró alrededor de diez meses y en ningún momento ella admitió haber tenido algo que ver en el homicidio de su madre y el intento de asesinato de su padre. El resto de los sospechosos -incluido Wong- también negaron los cargos.
Finalmente, el 13 de diciembre de 2014, la justicia los declaró culpables y los condenaron a cadena perpetua. Las pruebas fueron contundentes: la fiscalía presentó los mensajes en los que Jennifer y Wong lo habían planeado todo, el ingreso de los supuestos ladrones, las mentiras de la joven y el testimonio del padre, quien quedó inválido a causa de las heridas y no pudo volver a trabajar.
“Cuando perdí a mi esposa, al mismo tiempo perdí a mi hija. El día que murió Bich, siento que yo también morí”, expresó Hann Pan en aquel entonces. Tanto él como su hijo Felix, se mantienen lejos de Jennifer Pan, que hoy pasa sus días recluida en la cárcel de Grand Valley Institution for Women en Kitchener, Ontario. /TN
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