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ARTICULO DE OPINION: Propiedad intelectual y COVID-19



Por Víctor Mateo Vásquez

Desde el año 2000, los estados miembros de la Organización Mundial de
la Propiedad Intelectual (OMPI) eligieron el día 26 de abril como el
día mundial de la Propiedad Intelectual, que es la fecha en la que
entró en vigor, en 1970, el Convenio de Estocolmo con el cual se crea
dicho organismo. En 1974 pasó a ser uno de los organismos
especializados del sistema de organizaciones de las Naciones Unidas,
siendo uno de sus objetivos fomentar la protección de la propiedad
intelectual en todo el mundo y, el segundo, asegurar la cooperación
administrativa en materia de propiedad intelectual y que han sido
establecidas en virtud de los tratados administrados por la OMPI.

Esta rama del Derecho juega un importante rol en el desarrollo
económico, técnico y cientifico de la humanidad, pues provee
protección exclusiva de las obras científicas, literarias, artísticas,
invenciones e innovaciones, denominaciones, marcas, signos distintivos
y demás producciones del intelecto humano por el tiempo, en la forma y
con las limitaciones que establezca la ley 20-00, tal y como lo
contempla el artículo 52 de nuestra Carta Magna.

Dadas las circunstancias en las que prácticamente se encuentra todo el
planeta, fruto de la pandemia denominada COVID19, la celebración de
esta importante fecha plantea grandes retos para los distintos
gobiernos del mundo, puesto que mientras las grandes naciones del
mundo (China, Japón, Estados Unidos, entre otros) investigan este
fenómeno y procuran curas, otras naciones de un menor desarrollo,
insisten en que por el bien de sus pueblos, dicha información no sea
monopolizada, sino compartida a partir de las bases de datos
tecnológicas existentes.

En tal sentido, la Oficina Nacional de la propiedad industrial
(ONAPI), colgó en su portal web un anuncio donde plantea la necesidad
de que ante “el complejo momento en que nos encontramos hace que sea
oportuno el aprovechamiento de toda la tecnología que se encuentre a
nuestro alcance que pueda ayudar en este prioritario proceso”. La idea
es que se deje a un lado particular el logro de un país cuando se
informe que ya existe la cura, y se piense en lo general que sería la
salud del mundo.

La antes citada institución indica que todo lo que actualmente se está
utilizando para frenar la expansión del COVID-19 y evitar su contagio,
desde batas, mascarillas, hasta respiradores y medicamentos, forma
parte de un importantísimo patrimonio intelectual al que es posible
acceder por esta vía.

Un ejemplo de que la creatividad local no se ha quedado atrás, es el
Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), el cual anunció
recientemente que ante la situación deficitaria del sistema sanitario
dominicano debido al impacto de la pandemia del Coronavirus, un equipo
de estudiantes, colaboradores y egresados ha dedicado los días de la
cuarentena nacional al diseño y desarrollo de un respirador mecánico
de bajo costo para pacientes COVID-19, con el objetivo de apoyar al
tratamiento de los pacientes recluidos en los centros de salud del
país.

Ojalá que esta pandemia pase y la cura llegue pronto. Será gracias a
la PI que cualquier creación de la mente obtendrá protección.

El autor es: abogado

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