Artículo de Opinión : Héroes anónimos: médicos extraordinarios.
Por Werner Feliz.
La trágica e inesperada muerte a destiempo de Yasmel Ismelda Féliz Pérez, ha dejado tribulaciones colectivas en toda la sociedad, y no solo entre los habitantes de Cabral, sino en diferentes espacios de la geografía nacional. Su trágico final no estuvo exento de la lucha y la entrega para preservar su vida por parte de algunos héroes y médicos extraordinarios. Varios de ellos desde un principio se enfocaron en preservar a toda costa su existencia y su normal actitud ante la vida o la muerte resultante de su propia profesión se trunco en el dolor ante los temores de ver partir una joven vida. Desde Fernando, su hermano, que, en el mismo lugar de los hechos se enfocó por detener la hemorragia de algunos de los orificios de salida de los devastadores proyectiles que habían traspasado su cuerpo, hasta el Kerol Acosta, quien animosamente y con manos temblorosas cargadas de desasosiego, con los poquísimos recursos con que contaba, logró estabilizar brevemente su deteriorado estado.
Ante la ineptitud del Estado, en su burocracia patibularia, surgió el Doctor Rolbik Miguel Urbáez Féliz, quien en un arrebato de impotencia cargó él mismo a su propia sangre y la transportó a Barahona en su vehículo, cuya acción permitió que pudiese comenzar a luchar estoicamente por su supervivencia. No hablaré de Rolbik, el Doctor Urbáez en el Vinicio Calventi o el Ney Arias Lora, para mí solo Rolbik, pues es bien conocida su calidad profesional, su altruismo, entrega social, su desprendimiento humano y su inclinación al bienestar de los cabraleños. Él, más que el que más, en un escenario que no era el suyo, no le importó en lo más mínimo y se enfocó a salvar esa vida, se adentró en los confines de su necesidad y estuvo presente en los momentos de dificultad. Con él, la doctora Tatiana Féliz hizo sus mayores esfuerzos en esa atmósfera con tantas dificultades.
Fue en ese escenario que hizo acto de presencia la doctora Katlien Yoseppi Pérez Féliz. Desde Cabral y Barahona las voces solo aducían a la intervención de Yoseppi. La noticia del trágico suceso le hizo trasladar a Barahona. Dejó tras sí a su esposo, hijos y a su madre. Los teléfonos solo señalaban que ella, una y otra vez, penetraba en la sala, vigilaba los equipos, atendía su funcionamiento y los signos vitales. Suplía las falencias del personal médico del hospital universitario Jaime Sánchez y se convirtió en las momentáneas manos salvadoras de su propia familia, que con energía luchaba por sobrevivir.
No compartí con mi prima Katlien Yoseppi Pérez Féliz. Salí de Cabral cuando ella tal vez no llegaba a los cinco o seis años. Su rostro me era familiar, más que conocerle, por su peculiar parecido con su madre. Entonces me encontré con una médico extraordinaria. Ella, obtenido su execuátur en 2012, bajo el número 432-12, no tardó, solo un año después, en acceder a la plaza de emergenciologa en el hospital Salvador B. Gautier, alcanzada con la calificación más alta entre los 9 médicos que las obtuvieron. Su paso por sus estudios médicos superiores no fue desapercibido y en un momento se convirtió en el jefe de residencia, con un conocimiento que sobrepasaba a los propios de su generación. Su preparación académica le ha permitido pertenecer a las plantillas del hospital Vinicio Calventi y al Marcelino Velez Santana.
En Barahona Yoseppi se entregó por entero a la supervivencia de Yasmel. Sus directas atenciones y su insistencia para su traslado permitieron que ella pudiese seguir bajo la lucha. El Calventi era su espacio y el de Rolbik y allí estaría bajo sus miradas atentas. Ella se montó en la ambulancia y se dedicó a sostenerla en el duro viaje. Atrás, un 1 de enero, dejaba a los suyos. En la entrada de la emergencia del Vinicio Calventi pude verla. De forma ágil y segura entraba y salía en procura de las más selectas atenciones: no se detuvo un momento hasta no depositarla en manos de los médicos intensivistas, cirujanos y otros, que procurasen su atención. Y se acercó a nosotros. Nos informó con seguridad el estado general de la paciente, con dominio absoluto de su trabajo nos transmitió su visión de la realidad y su esperanza. Allí vi a una doctora que hacía honor a su transmitido orgullo familiar, una médico con control de su escenario y dominio de su labor, una galena robustecida con sus estudios y su capacidad.
Pero más allá de su admirable conocimiento, su condición de doctora, me impactó su propia persona. Ella irradia dinamismo, sencillez y respeto. Se hace acompañar de una dulzura fascinante, mansedumbre y candidez. Su afabilidad, cortesía y gentileza imprimen confianza y transmiten sensaciones de bienestar. Ella me hizo recordar al Doctor Temito, quien su afabilidad y eterna sonrisa hacían olvidar las afecciones y sus atenciones se convertían en sanadoras del espíritu y del cuerpo. Médicos de manos cálidas, suaves y ligeras. Ante su presencia, por doquier, era notoria su atracción y el respeto servido. Su nombre resonaba, como el Doctor Féliz y la Doctora Féliz en el Luis Eduardo Aybar, buscados por doquier por ser más que médicos, transmisores de sanación y paz.
No tengo la menor duda de que el futuro le es promisorio a Katlien Yoseppi Pérez Féliz. Ella es parte de la generación de médicos nativos de Cabral que enorgullecen a la población. Quien escribe, como la familia, estará siempre agradecido por su entrega y sus esfuerzos para lograr la recuperación de Yasmel Féliz Pérez. Que la vida le permita lograr sus sueños y continúe por el derrotero del desarrollo y el servicio social.
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